martes, 2 de junio de 2020

LA HORA DEL OCASO


OS DEJO LA SINOPSIS DE MI PRÓXIMO LIBRO PARA IR ABRIENDO BOCA. EN LOS PRÓXIMOS DÍAS, IRÉ SUBIENDO LOS PRIMEROS CAPÍTULOS A VER QUÉ OS PARECEN. SE ADMITEN SUGERENCIAS Y OPINIONES...

SINOPSIS

Kisha tiene una carrera estelar en la Policía de Los Ángeles. Después de haberse convertido en la jefa de la brigada de homicidios en un tiempo récord, logra incluso ir un paso más allá. Ha conseguido el sueño de entrar en la UAC, a pesar de no formar ni siquiera parte de la estructura del FBI previamente. 

Desde que se incorporara a la policía, destacó su instinto y su habilidad para leer la mente de los asesinos, cualidades que la condujeron hasta la cima. Y justo cuando lo consigue, descubre que no es lo que quiere. Ya no. Una terrible experiencia que ha tenido que pasar hace que se replantee su vida.

Tocando algunos hilos, consigue un anhelado traslado a Carmel-by-the-Sea, su pueblo natal el cual abandonó hace casi veinte años. Allí se reencuentra con un Derek muy cambiado, un viejo amigo de la pandilla de cuando ambos eran adolescentes. 

Añadir título

Todo parece ir sobre ruedas en su vida por primera vez, trabajando en una tranquila localidad alejada de la violencia de la gran ciudad. Hasta que una serie de violaciones y asesinatos empiezan a sucederse a la hora del ocaso.

Prólogo

Era un sótano oscuro y húmedo. Apenas había luz. Se podían oír a las ratas corriendo entre las paredes. Era un lugar infecto e inmundo. Sus muñecas estaban sujetas por unas esposas a una barra colgada del techo. El dolor la estaba matando, los hombros estaban en una posición imposible, tal  era así que parecía que se le dislocarían de un momento a otro. 

No sabía cuánto tiempo llevaba allí dentro. El tiempo parecía haberse congelado en ese lugar de tortura. Estaba aterrorizada. Aquel loco la había sorprendido por detrás.  Había caído en su trampa sin poder siquiera oponer resistencia. ¡Qué estúpida había sido! Debía haber esperado la ayuda. Pero no, ella creía que podría sola, que atraparía al asesino en serie más buscado de la ciudad. Era algo entre él y ella.

No había llegado a verle la cara. Las descripciones que habían conseguido de él, además, eran erráticas, no coincidentes, con muchas contradicciones. Aunque su modus operandi no dejaba lugar a duda. Era él. Su firma era única precisamente por su falta de rúbrica. Era un asesino con patologías múltiples y distintas parafilias, con una victimología un tanto caótica. Difícil de clasificar, ese era el resumen. Era sádico, capaz de imitar fielmente a otros asesinos, frío en la mayoría de las ocasiones pero con arrebatos de furia, en otras. Había trazos de un trauma relacionado con algún rechazo de su etapa adolescente y parecía haber sufrido abusos sexuales siendo niño, posiblemente por parte de un progenitor.

Sin embargo, a pesar de no haberle visto el rostro con claridad, su voz se había grabado en su memoria de tal manera que llegaría a colarse incluso en sus sueños durante meses, inundándolos de pesadillas en las que una sombra en la oscuridad le repetía que iba a hacerle un corte más. “¡Voy a matarte poco a poco, para que seas consciente hasta el último momento de que se te está escapando la vida en con cada aliento y cada gota de sangre que escapa de tu cuerpo!”.

Muchos eran los tajos que le había hecho ya. Pequeños orificios por los que se iba desangrando despacio, incisiones casi quirúrgicas que la debilitaban un poco más a cada minuto. Pequeñas cicatrices que harían que le recordase para siempre, si es que salía con vida de aquello. Y estaban las quemaduras. Y la tortura psicológica. El saber que estaba a su merced. Se había convertido en una víctima más. Y a ella la odiaba con especial inquina por intentar darle caza.

Por suerte, al final todo quedó en eso, en una pesadilla que sería recurrente en sucesivas noches de insomnio. La estrecha colaboración entre la Policía de Los Ángeles y el FBI había dado sus frutos y habían logrado encontrar in extremis el escondrijo donde la tenía cautiva antes de que fuera de demasiado tarde, pero no habían conseguido atraparle. Una victoria a medias. Después de tanto trabajo, de tantas horas robadas al sueño. Una vez más, había logrado escapar dejando un rastro de sufrimiento.

El asesino del ocaso, seguía suelto.


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