lunes, 25 de noviembre de 2019

Semana del Black Friday

Comenzamos las ofertas de la época más comercial del año. 
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sábado, 16 de noviembre de 2019

Relaciones, ¿listo para las fiestas navideñas?



Relaciones es el libro en el que estoy trabajando en la actualidad. Va avanzando a buen ritmo  y posiblemente esté ya preparado para su lanzamiento durante las fiestas navideñas. No hay nada como acabar el año con la publicación de otro libro, ¡¡Y ya van 10!!
Mientras tanto, no te pierdas las ofertas del Black Friday y el Cyber Monday. 
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lunes, 4 de noviembre de 2019

RECUERDOS DE LA INFANCIA

No sé muy bien qué me ha traído hasta aquí. Busco en mi mente una razón y no la encuentro. Tal vez porque no está en mi cabeza, pues ha sido la emoción la que me ha movido a coger el coche y hacer este viaje sin apenas pensarlo. Un impulso, así de sencillo. Y en esta cadena de asociaciones aparentemente inconexas que genera mi cerebro y que parecen escapar a mi control, ahora lo comprendo todo. No podía encontrar motivos racionales porque los sentimientos moran en el reino del corazón y, en ocasiones, son más poderosos que el más férreo, coherente y consistente razonamiento.

Los almendros recién florecidos flanquean la entrada a esta pequeña localidad de los Arribes del Duero, la cual me recibe con un esplendor al que no es fácil oponer resistencia y sentirse embaucado por su belleza. De forma inexplicable, noto como se me altera la sangre, como si reconociese señales que escapan a mi mente consciente, como si fluyera vigorosa al encontrarse en terreno familiar, una tierra origen de una estirpe, germen de un linaje. 
Busco un lugar en el que aparcar y liberarme de mi jaula de metal que me roba la oportunidad de respirar e impregnarme de este aire límpido y purificador que se me cala hasta los huesos en la primera bocanada.
Aquí estoy, emborrachándome de esta belleza, alimentando mi alma con la fragancia indescriptible de la primavera. Y la flor del Almendro. Esa pequeña flor de hojas blancas con guiños rosados secuestra mi yo consciente y se lo lleva a un lugar muy lejano de mi consciencia, recóndito y oculto.

Hoy soy un títere manejado por los hilos invisibles del destino. No puedo evitar aspirar su aroma y trasladarme a una época feliz. Navego por mi subconsciente y brotan los recuerdos de mi abuela hablándome de La Fregeneda, el lugar en el que nació y vivió sus primeros años, donde su padre era carabinero. Cierro los ojos y me traslado al salón de su casa, con su agradable calor hogareño en mitad de un frío invierno salmantino. Y soy incapaz de descifrar si ese calor emana del sistema de calefacción o es algo más sublime y fruto de un sincero amor desinteresado y robusto.
Recuerdo los claros ojos de mi abuela, límpidos como el agua de un arroyo que fluye feliz, con las lágrimas de la nostalgia asomando y pugnando la batalla que siempre se celebra cuando el contener el llanto o el dejarlo fluir libre son opciones contrapuestas, casi enemigas mortales, pues vencedora una, vencida la otra. Recuerdo como su pálida mirada llena de luz y pureza se trasladaba a su querida Fregeneda de sus años de niña, cuando la inocencia no había sido expoliada por la crudeza de la realidad de ser adulto.
Me enternezco pensando en ella y ahora son mis ojos oscuros, que nada tienen que ver con la claridad de los suyos, casi como si pertenecieran a linajes distintos, los que al contemplar los almendros en flor de la tierra que la vio nacer, se colman de un torrente de emoción que pelea por desbordarse de un momento a otro. Y la imaginación se me dispara, como si cobrara vida propia. Sueño despierta a mi abuela siendo niña, corriendo risueña por en medio de estos almendros en flor, aspirando el olor de las
flores, colocándose una de ellas en su ondulado pelo castaño. La imagino jugando con sus hermanos por estas hermosas tierras y siento que una parte de mi se traslada a una época que no he conocido. Mi piel se estremece por una repentina brisa primaveral que eriza el vello de mi cuerpo, como si mi abuela me susurrara algo a través de ella. Esa brisa siseante me pide que abra mi mente haciendo honor precisamente al significado etimológico de Almendro, que sugiere apertura o despertar.

Veo con los ojos cerrados las verdades que se me rebelan. La vida es sencilla. Es bella. Sólo hay que mirarla con ojos de niño. Disfrútala. La felicidad reside en cada instante y nunca descansa en lo material, sino que está reservada para aquellos que no han olvidado asombrarse ante la belleza de la naturaleza. Es efímera y, por ello, hay que disfrutarla hasta el éxtasis. Está en mí y en todos nosotros. Está en todos los que estén dispuestos a ver con claridad lo que tienen delante, dejando atrás sus prejuicios. Y la única forma de ver claramente, es con los ojos cerrados, para que las imágenes que ellos transmiten no contaminen el sentir que brota puro del corazón.
Es tarde. Mis lágrimas surcan mi rostro y me acarician el ser. El sol empieza a declinar y me anuncia que debo buscar resguardo, tal vez volver a casa antes de que anochezca. Me resisto. Sólo un poco más. No quiero volver a enjaularme en el gris de la ciudad. Abandono a regañadientes esta bella tierra que se me ha colado por los poros de mi piel. Y, por alguna razón, me siento más sabia que antes de llegar y también un poco más plena.